Arquitecturas itinerantes en CCS: entre los Estados Unidos y Venezuela
El presente artículo, primero de una serie, forma parte de una línea de investigación sobre la modernidad venezolana desarrollada por los autores en el área de la teoría e historia de la arquitectura y el urbanismo de la Universidad Simón Bolívar. En esta oportunidad, en conjunto con la Fundación Espacio y con el Archivo de la Fotografía Urbana, en el marco del proyecto CCScity450, se exploran los intercambios arquitectónicos y urbanos entre actores de los Estados Unidos y Venezuela que han tomado lugar en Caracas.
El periodo de mediados del siglo XX fue para Venezuela una era de transición que presenció profundos cambios en su economía, organización social y sistema político. Esos cambios afectaron los patrones de urbanización y morfología de Caracas, que había permanecido relativamente inalterada desde su establecimiento en el siglo XVI. La mayor parte de esos procesos fueron alimentados por la nueva economía petrolera, estrechamente vinculada a intereses extranjeros, en especial a los de los Estados Unidos.
Durante la década de 1950, los Estados Unidos fue el mayor productor mundial de petróleo (más del 50% de la producción global), así como el mayor consumidor e importador. Las cifras petroleras habían sido moldeadas —y fomentadas— por dos conflictos mundiales. Luego de la Segunda Guerra Mundial, Venezuela terminó jugando un rol de suprema importancia en la Guerra Fría. Llegó a ser el mayor exportador de petróleo a nivel mundial (hasta 1951), y el segundo productor (sólo sobrepasado por los Estados Unidos). Para aquel momento más de trece compañías extranjeras de petróleo operaban en el territorio nacional, y, de éstas, Creole Petroleum Corporation, subsidiaria de Standard Oil of New Jersey, era sin duda la más importante. Como productor número uno del mundo entonces, Creole se convirtió, según Benneth Wall, no sólo en el “sostén familiar” de Standard Oil, sino en la vitrina industrial de Latinoamérica, y probablemente de todo el Hemisferio Occidental.
La industria petrolera en Venezuela estaba soportada por capital foráneo, y casi 60% era de origen estadounidense. Apoyando esa considerable actividad, más de 30.000 ciudadanos de ese país residían en Venezuela, la más grande cantidad en cualquier país de América Latina.
Cuatro rasgos de la economía petrolera son particularmente pertinentes a la modernidad y las transformaciones urbanísticas en Venezuela: su condición fugaz, su apoyo a la creación de un Estado moderno, su importancia estratégica internacional y su rasgo como una actividad industrial y urbana en contraste con la economía agraria tradicional del país. Pero lo que habría de flotar en el ambiente sería la singular condición promovida por el petróleo: una modernidad transeúnte y global.
El petróleo proveyó mucho más que divisas a Venezuela: pudiera ser considerado como la moneda de intercambio empleada para importar la modernidad en un tiempo cuando, como expresara Octavio Paz en su discurso de aceptación del premio Nobel de literatura, “lo moderno estaba afuera, tenía que ser importado”. Entre las variadas formas de importar la modernidad, desde el punto de vista de una nación en desarrollo, la planificación general resaltaba como una verdaderamente poderosa. Adicionalmente, desde el punto de vista del mundo desarrollado, el urbanismo y la arquitectura jugaban un papel predominante en la creación de imaginarios de modernidad. En este sentido, el urbanismo fue considerado un bien incuestionable de exportación en los años de postguerra, y en el caso de Caracas fue determinante la participación de Francis Violich como asesor en el Plano Regulador de 1951. Sin embargo, resultan todavía más sorprendentes los trasvases iconográfico-arquitectónicos que se produjeron entre ambos países (Fig. 1).
Caracas, aunque emplazada lejos de los centros de producción petrolera, recibió el mayor impacto de este boom económico y cultural. Sumándose a inmigrantes de Europa y América, las personas del interior comenzaron a llegar masivamente en uno de los más abruptos movimientos del campo a la ciudad en la historia de América Latina. Este súbito crecimiento en importancia transformó a Caracas en lo que Violich vio como “metrópoli instantánea”.
Los instrumentos conceptuales para enfrentar este proceso conspicuo de metropolitanización se trasladaron desde las fuentes francesas a las norteamericanas con la creciente influencia hemisférica de los Estados Unidos y el aislamiento de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Este traslado no fue claramente percibido en ese momento; es importante notar que un trabajo canónico sobre la arquitectura latinoamericana como el de Henry-Russell Hitchcock limitó su discusión sobre influencias norteamericanas básicamente a edificaciones en altura, planificación de viviendas, educación arquitectónica y revistas, y exposiciones profesionales. En su inventario, promovido por el Museo de Arte Moderno, Hitchcock –quizá intrigado por las diferencias entre los estilos de dominio europeos y estadounidenses— argumentó que “…la arquitectura latinoamericana jamás será una rama de la de Estados Unidos de la forma que fue casi de la de Francia” y que “…es sorprendente que no haya más influencia de los Estados Unidos. Esto habla de la solidez de las tradiciones culturales locales, sin entrar en consideraciones sobre si es algo bueno o malo”.
Hitchcock volvió su mirada sobre una limitada selección de obras (solamente una diseñada por una firma estadounidense: la embajada de los Estados Unidos en La Habana, de Harrison & Abramovitz) y un pequeño grupo de figuras locales y heroicas del movimiento moderno como Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Carlos Raúl Villanueva y Le Corbusier. Esto pudiera haber llevado a Hitchcock a subestimar las influencias norteamericanas, al menos en Venezuela. Una imagen más amplia de esas influencias en cada país incluiría no solamente edificaciones más o menos “comerciales” (ajustadas a los intereses más anónimos e impersonales de las grandes corporaciones) sino una vista panorámica de las crecientes influencias globales de la vida cotidiana e industria de la construcción (incluyendo prácticas ingenieriles y el comercio de equipos eléctricos, equipos de oficina, automóviles y camiones, mobiliario, plomería, ascensores y materiales y maquinaria de construcción) en los Estados Unidos. Esa fotografía subrayaría que Venezuela era, sobre una base per cápita, la segunda en el mundo tras Canadá como mercado para bienes y servicios de los Estados Unidos y que ejercicios profesionales y técnicos llevados a cabo por ciudadanos de ese país crecían al ritmo de la demanda venezolana de tales bienes y servicios. Mirando las cosas de esta manera, es posible también argumentar que es sorprendente la rapidez con la cual las influencias de los Estados Unidos reemplazaron elementos europeos y tradicionales en algunos lugares de América Latina.
Un ejemplo característico sería la influencia de las compañías petroleras cuya importancia creció a partir de la década de 1920: ellas desarrollaron paisajes urbanos y estándares de vida muy distintos a los existentes en el país. Junto con ellas, otras instituciones foráneas y medios de comunicación contribuyeron a difundir el sentido de un moderno American way of life, no sólo entre la élite adinerada sino entre las clases medias a la par de contribuir al gran boom de la construcción caraqueña. Numerosas firmas de arquitectura y construcción estadounidenses contribuyeron a esta difusión cultural al operar de manera regular en el país y servir como consultores para los sectores público y privado. Todo esto ocurrió en un momento en el cual el llamado “Estilo Internacional” recibía el impacto de su interpretación norteamericana.
Las ciudades venezolanas —y sobre todo Caracas— atestiguaron el advenimiento de nuevas formas arquitectónicas, nuevos programas, nuevos materiales, nuevos sistemas estructurales y particularmente una nueva relación entre edificio y tecnología. Entre los principales aspectos que supusieron una transformación del paisaje urbano caraqueño en relación con el trasiego de ideas y formas entre las dos naciones se encuentran la creación de distritos petroleros en la ciudad; cambios en la movilidad urbana por efecto del uso del automóvil; nuevos patrones de ocio, recreación y turismo; reforma de esquemas educativos y culturales; incorporación de los mass media a la vida cotidiana; novedosas formas de intercambio comercial; surgimiento de nuevas relaciones laborales en los sectores secundario y terciario de la economía, y aparición de programas e instalaciones especializados en el tratamiento de la salud y la seguridad social, tal como se sintetiza a continuación y se desarrollará en próximos artículos.
Distritos petroleros de Caracas
En las décadas de 1940 y 1950, las multinacionales petroleras se vieron obligadas a reforzar y reformular su posición, así como la naturaleza de sus vínculos con el país, lo que propició la construcción de modernos Edificios-Sede en la capital, imagen legible de lo que hemos denominado Distritos Petroleros de Caracas, enmarcando así los diversos territorios en los que se fueron desenvolviendo, bajo una condición urbana particular, intereses, servicios y dinámicas asociados a dichas petroleras.
Estos “Distritos” fueron trasladándose en el mapa de la ciudad a medida que se iban mudando las corporaciones petroleras pero todos ellos compartieron un imaginario común de “intensificación de la modernidad”, sustentado en un singular nivel de equipamiento y servicios respecto a otros territorios urbanos. Un “estilo de vida” nuevo, identificable con las nociones de “campamento” y de suburbio (Fig. 2), y con criterios de representación opuestos a una “otredad”, anacrónica, que no conjugaba con el afán “modernizador” de dichos Distritos.
El automóvil y las nuevas formas de movilidad
Cualquier descripción de la cultura moderna venezolana debe incluir la poderosa influencia del automóvil, el cual representó un encuentro y encantamiento a gran escala con el mundo de la máquina. Bajo la decisiva influencia norteamericana, a través de infraestructuras, ensambladoras, distribuidoras, ventas de repuestos y combustible (Fig. 3), diseñados tanto por firmas arquitectónicas locales como estadounidenses, el “carro” penetró el mundo de la arquitectura y transformó el paisaje urbano.
Ocio, recreación y turismo
La apertura del país a las corrientes migratorias y turísticas estimuló el desarrollo de una infraestructura receptiva y una red de equipamiento arquitectónico bajo estándares internacionales. El incipiente desarrollo del turismo local en Venezuela a comienzos del siglo XX, coincidente con el despertar y el posicionamiento de la industria petrolera en nuestro país, así como con el despliegue de un sistema de carreteras, sería sucedido por la ola modernizadora a mediados de siglo. Luego de la inauguración del Hotel Ávila en 1942 vendrían otros hoteles de mayor envergadura. Estos desarrollos, unidos a una estratégica ubicación geográfica (verdadero frontispicio sur del área del Caribe y cerca del territorio estadounidense), un clima envidiable, así como a un nuevo posicionamiento energético internacional, colocarían a Venezuela en el mapa de los destinos turísticos.
De manera similar, el aprovechamiento del tiempo libre habría de sufrir modificaciones al especializarse en actividades al aire libre, deportivas y recreacionales. Amén de clubes de yate y golf, Venezuela contaría con un moderno hipódromo, así como parques y estadios. Después de todo, como menciona Judith Ewell en su estudio sobre la relación Estados Unidos-Venezuela, los venezolanos estudiaban en prestigiosas universidades norteamericanas y preferían jugar béisbol antes que fútbol (Fig. 4).
Educación, capacitación y cultura
El estrechamiento de vínculos y lazos culturales con los Estados Unidos se afianzó a partir de la década de 1940 cuando se potenció el intercambio educativo y de investigación. Esto se tradujo no sólo en la introducción de programas de capacitación (know-how) o del inglés como segundo idioma, sino también en la presencia de asesores de Norteamérica en la evaluación de programas educativos nacionales, y la incorporación de estudiantes criollos a centros de enseñanza de los Estados Unidos (Fig. 5).
Medios de difusión, comunicación y promoción
Desde la proyección del primer film en Venezuela, que tuvo lugar en Maracaibo en 1897, utilizando un Vitascopio de Thomas A. Edison; pasando por la realización de la primera película argumental en el país, La dama de las cayenas, en 1913, obra de un estadounidense; siguiendo con la fundación de la primera radio privada del país, la Broadcasting Caracas (posterior Radio Caracas), en 1930, y llegando hasta “El Observador Creole”, referencia obligada a lo largo de sus veinte años de vida, los distintos medios de difusión, promoción y comunicación, así como la tecnología requerida por ellos, importada principalmente del Norte, se encuentran entre los programas asociados a la presencia de empresas, corporaciones y actores estadounidenses en la Caracas del siglo XX, con notable correspondencia en los modos de vida urbanos.
De todos ellos fue la radio, sin duda, el medio imbricado con la irrupción y conversión de Venezuela como país petrolero. El 18 de diciembre de 1935, un día después de la muerte de Gómez, Eleazar López Contreras, presidente encargado, se dirigió a la nación desde Maracay, en una alocución a través de la Broadcasting Caracas. Sería el primer gobernante en “comunicarse” con el país. Dos años después, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles atemorizaría a los Estados Unidos con La guerra de los mundos (Fig. 6).
Centros comerciales y tiendas por departamento
Nuevas formas de intercambio comercial bajo patrones noratlánticos dominaron —y aún lo hacen— el paisaje caraqueño. El mall y el supermercado se convirtieron no solamente en lugares de consumo y compras de bienes y servicios por excelencia, muchos de ellos importados, sino en privilegiados escenarios de la vida social.
Muchas compañías norteamericanas abrieron sucursales en Venezuela; Sears, Roebuck and Company, por ejemplo, tenía seis tiendas en el país a comienzos de los años 1950 (Fig. 7). Por su parte, los automercados, inicialmente auspiciados por iniciativa de Rockefeller, constituyeron un esfuerzo pionero en el país y una oportunidad única para que los venezolanos tuvieran contacto con el sistema de compras self-service.
El mundo manufacturero, corporativo y de oficinas
El desarrollo del sector terciario en relación con los esquemas gerenciales importados tuvo como resultado un nuevo conjunto de relaciones laborales que se expresaron de manera predominante en edificaciones corporativas. La construcción de edificios de oficinas transformó, al igual que en ciudades como Nueva York y Chicago, el perfil de Caracas.
Por ejemplo, frente a una de las tiendas Sears, en plena avenida Urdaneta, estaba localizada una agencia de Pan American Airways y un edificio nuevo de oficinas, diseñado para un grupo mixto de propietarios, estadounidenses y locales (Fig. 8).
Salud y asistencia social
Tras la muerte de Gómez, la necesidad de modernizar los servicios de salud del país estimuló el desarrollo de diversos programas de investigación y la creación de instituciones especializadas, muchos de las cuales contaron con el apoyo técnico y financiero de actores e instituciones de Norteamérica, tal como ocurriera en las categorías mencionadas anteriormente.
Figura 9. Grandes bloques envolventes de la función asistencial moderna. Edificio principal Michael Reese Hospital, Chicago, 1907. Schmidt, Garden & Martin / Centro Médico, Caracas, 1947. Stelling, Tani y Cía., Asesor Técnico: Edgar D. Martin
Fuentes de las imágenes
Figura 1: SOM | Ezra Stoller © Esto / Palacios Fotos, ubicable en http://www.imgrum.org
Figura 2: San Fernando Valley History Digital Library / Leo Matiz ©ArchivoFotografíaUrbana
Figura 3: Mrs. Simon Guggenheim Fund, MoMA / Automotive History https://rascateaqui.wordpress.com/2011/01/26/automotive-history/
Figura 4: http://www.liderendeportes.com / Captura de pantalla Documental Maltín Polar Homenaje a Luis Aparicio: 30 Años de Inmortalidad, 2014
Figura 5: Harris & Ewing, photographer. Biblioteca del Congreso Estados Unidos / Victoriano de los Ríos ©ArchivoFotografíaUrbana
Figura 6: AP Images / Autor desconocido ©ArchivoFotografíaUrbana
Figura 7: http://retrobaltimore.tumblr.com / Tito Caula ©ArchivoFotografíaUrbana
Figura 8: Architectural Record enero 1951 / Architectural Record junio 1955
Figura 9: Chicago History in Postcards http://chicagopc.info/medical__hospitals.htm / Plinio Mendoza Neira, ed. Así es Caracas. Caracas: El Mes Financiero y Económico de Venezuela, 1951