La semiosfera (del griego sema, semeion, signo; y sphaira, cuerpo redondo, esfera) es un concepto acuñado por Iuri Lotman (1996) para definir la conjunción de elementos culturales, ideológicos y simbólicos definitorios de un conglomerado humano y, al mismo tiempo, constitutivos de sus códigos de comunicación socialmente compartidos, lo cual crea un cerco o límite de referencia con respecto a otros conglomerados humanos. En ella se integran el patrimonio cultural tangible (bienes muebles e inmuebles) y el patrimonio cultural intangible (ideas, costumbres, tendencias, tradiciones, cosmogonía, imaginario colectivo y forma de vida comunitaria).
La demolición del barrio El Saladillo significó la destrucción de una semiosfera esencial de la identidad cultural zuliana y, especialmente, la maracaibera. ¿La razón? Se destruyó casi totalmente un tejido urbano testimonio de la historia arquitectónica maracaibera de los siglos XVIII y XIX, pero también se destruyó un tejido social con sus referentes simbólicos: el culto parroquial chiquinquireño, la gaita vecinal o de patio como expresión musical, el español zuliano en su manifestación más expresiva, la solidaridad familiar y vecinal propiciada por la disposición de las viviendas y calles saladilleras, y la memoria sociohistórica y sociocultural de la ciudad.
Dicha destrucción, en síntesis, provino de un plan de renovación urbana que, finalmente, representó un engaño. El suntuoso proyecto urbanístico no existió como tal, las obras ofrecidas no se construyeron y el barrio quedó devastado casi totalmente, sobreviviendo algunos de sus sectores periféricos (El Pozón, El Tránsito y El Fuego Vivo). Pero lo más trágico del caso fue el alto costo humano que representó para los saladilleros, expresado en el desarraigo, la pérdida de identidad y la marginación hacia zonas pobres en virtud del precario pago recibido por la expropiación de sus viviendas. Fue, en suma, no sólo un error, sino un vergonzoso y escandaloso crimen sociohistórico y sociocultural perfectamente calificable como etnocidio.
En virtud de la pérdida patrimonial, todavía palpable en el casco histórico de nuestra ciudad pues todavía no se ha cristalizado un plan que permita reparar el error cometido entre 1970 y 1973, y ante la inminencia del quinto centenario de la fundación de la ciudad de Maracaibo, se abre la oportunidad de reparar el crimen patrimonial causado y propiciar el cierre de la herida cultural aún abierta en la sociedad maracaibera, perceptible en cada manifestación cultural de nuestros ciudadanos, no sólo los maracaiberos, sino también los zulianos. He aquí el punto de partida de la presente propuesta histórico-patrimonial que titulamos DEVOLVÁMOSLE EL SALADILLO A LA CIUDAD.
Este proyecto, del cual exponemos aquí un esbozo, tiene el objetivo fundamental de contribuir a la modernización y reimpulso de Maracaibo a partir de la reconstrucción de la histórica barriada maracaibera, a objeto de constituir un gran núcleo de cultura maracaibera, un polo turístico mediante el cual cada nativo y visitante pueda vivir a Maracaibo. Debemos contemplar y aproximarnos al futuro de Maracaibo con El Saladillo de vuelta: restaurantes, espacios para conocer y escuchar anualmente la gaita de furro o maracaibera, una academia de soles de Maracaibo, academias de música autóctona e historia zuliana, tertulias en español zuliano, vecinos con sus negocios de emprendimiento, enseñando nuestra cultura, 20 cuadras transitables y habitables integradas, además, con el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez y el Malecón de Maracaibo, con la posibilidad de tomar un catamarán y recorrer el Lago.
Imaginemos al Saladillo reconstruido, con 20 a 30 mil personas que lo visiten a diario, en la Feria de la Chiquinquirá y sus fiestas patronales, con actividades culturales en cada cuadra, sus cuerdas gaiteras, equipos de dominó, cucaña, palo ensebao, cuentacuentos y demás diversiones propias del maracaibero. Todo lo antes expuesto, se enmarca dentro de un proyecto que implica reconstruir lo desaparecido del barrio para la necesaria reinserción poblacional que devuelva la habitabilidad al casco histórico de Maracaibo y, al mismo tiempo, restaurar y revitalizar los sectores saladilleros sobrevivientes a la destrucción. Esto requiere de los mejores arquitectos, ingenieros e historiadores que estén ganados para la idea. Hay que rescatar y recolectar la memoria histórica y fotográfica, digitalizarla y tenerla lista, en aras de lograr la reconstrucción más fiel posible de la arquitectura tradicional, pero admitiendo los elementos que actualmente proporcionan la confortabilidad doméstica.
He aquí el bosquejo de un proyecto que podrá ser útil para que levantemos de nuevo al Saladillo en su sitio original y lo convirtamos en un museo dedicado a la zulianidad que rescate, a su vez, la vida del casco histórico de la ciudad. Hablando metafóricamente, será un museo donde El Saladillo y sus barriadas hermanas puedan darse la mano para renacer en la aurora de un nuevo Zulia glorioso en el vientre de nuestras señoras la Chiquinquirá, Santa Lucía y Santa Bárbara bendita.